© Congregation of the Sisters of Divine Providence
Carta de Trinity, Sor Barbara MuMullen
Domingo de la Trinidad de 2025
Estimadas hermanas y asociados:
El Domingo de la Trinidad es la gran fiesta de la relación. Nuestro Dios, trino por naturaleza, es todo comunidad, colaboración, presencia. Nuestra comunidad también llama a este domingo el Domingo de la Providencia, un día en que reconocemos que nuestro Dios es radicalmente personal y presente, proveyéndonos, invitándonos a esta comunión de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu.
A menudo, cuando pensamos en la Trinidad, pensamos en el Misterio, y el misterio no se comprende plena ni totalmente. No soy teóloga y no pretendo serlo ni poder explicar la Trinidad. Pero lo que sí sé es que nuestro Dios está con nosotros. Pertenecemos a Dios. Estamos conectados con Dios en lo más profundo y esencial de nuestro ser. Vivimos nuestras vidas como pueblo de la Providencia; aprendemos y crecemos juntos, confiamos en que la Providencia nos guía en los buenos momentos y en los desafíos. En los momentos de gracia en los que realmente sentimos a Dios, así como en los momentos en los que no, Dios sigue estando ahí. Dios nos acompaña y quiere estar en esta relación profunda con nosotros.
¿Cómo mantenemos esa relación en nuestras vidas? Creo que hace falta escuchar —un tipo especial de escucha—, escuchar con el corazón para oír la ternura de Dios que nos habla. Cuando hacemos esta escucha profunda, ella nos cambia, nos transforma, nos invita a tener una ternura no sólo hacia nuestra propia comunidad o familia, sino hacia todos nuestros hermanos y hermanas, creando así un círculo de amor y relación en nuestro mundo.
Nuestra misión, como co-creadores con Dios, es llevar el amor y la gracia de Dios al mundo, hacer más visible el rostro de la Providencia. En la práctica, ¿qué puede significar eso? Porque Dios es relación, es Amor, la Trinidad nos exige estar disponibles para los demás, ser para ellos un don amoroso y vivificante. La Trinidad nos pide que estemos junto a las personas en su dolor, que lloremos con ellas en su pena, que nos alegremos con ellas cuando tengan buenas noticias, que nos opongamos a los sistemas opresivos que deshumanizan a las personas. Nuestro Dios Trino nos invita a hacer brillar la luz de la justicia sobre los que abusan del poder, sobre los que dicen mentiras y falsedades, a hablar en nombre de aquellos cuyas voces son silenciadas. ¿Por qué? Porque estamos hechos a imagen de este Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y este modelo de «relación» se trata de comunidad y comunión, de colaboración y presencia.
En este Domingo de la Trinidad, preguntémonos: ¿Qué puedo hacer por los demás para que nuestro mundo esté impregnado de compasión, reciprocidad, alegría y paz? En las formas en que somos comunidad el uno para el otro, ¿cómo viviremos juntos en la providencia de Dios?
¡Que nuestro Dios Trino nos acompañe en este viaje!
Hna. Barbara McMullen
Líder Congregacional